Los celtas y el yugo romano


Corría el año  41 de nuestra era cuando el emperador romano Calígula, famoso por su modo demencialmente abusivo de ejercer el poder, es asesinado por hombres que pertenecían a su propia guardia personal, la “guardia pretoriana”. Su tío, Claudio, un ser débil que había optado por esconderse tras una cortina mientras tal homicidio se perpetraba y que carecía de dotes militares, fue elevado al cargo de emperador por la propia milicia que, en vista de los anteriores desmanes, había decidido apoyar a un hombre que esperaban y suponían manipulable.  En el año 43  el emperador  Claudio, quien para asegurar su puesto y su cabeza tenía la imperiosa necesidad de mantener a las legiones ocupadas y, de paso,  adornar su cetro con el prestigio de una conquista, ordena la invasión  a Britania.

Emperador Claudio

La tierra de Britania no era cualquier tierra ajena. Era la tierra donde Julio César había desembarcado dos veces sin lograr  una conquista territorial efectiva (aunque sí estableció tributos de los que se ignora fueran alguna vez cobrados). La tierra en su momento famosa por sus carros de guerra, los carros de guerra britanos (cuando Roma aún carecía de ellos) y por sus barcos,  que le  sirvieran a Julio César de modelo para resultar victorioso en la guerra  civil a la que luego debió enfrentarse. Los soldados de Calígula también habían desembarcado en Britania sin resultados, aunque en este caso no se trató de un fracaso militar sino de un acto de locura: cruzado el Canal de la Mancha, Calígula ordenó a sus legionarios que en lugar de enfrentar a los celtas se dedicaran a recoger conchas de las playas que serían llevadas a Roma en honor al dios Neptuno.

 Además de estos antecedentes se debe considerar que Britania se había convertido en refugio de disidentes galos.

Aulio Plaucio, el general romano enviado por Claudio a efectivizar la conquista, se sirvió de los datos que César dejara sobre el lugar, datos que abarcaban conocimientos tanto de geografía como de meteorología  y etnografía. Estos escritos prepararon a Plaucio para soportar el terreno pantanoso y cubierto de bosques,  donde sus legiones eran sumamente vulnerables, más la oposición férrea que encontrara por parte de los pueblos celtíberos.  Caractacus (Caradawc) rey de la tribu britana de los catavellani, encabezó la resistencia.

Caractacus

Caractacus, tanto como su hermano Adminius, eran hijos del rey Cunobelino, uno de los pocos reyes britanos en enviar embajadores a Augusto en Roma y sobre el cual Shakespeare se inspirara para crear su obra CIMBELINO.
 Al declinar su salud Cunobelino decide desterrar a Adminius por ser partidario de Roma, éste busca apoyo en el  nuevo emperador Calígula dándole excusa para dirigir sus legiones a la isla, travesía que culmina en aquella famosa demente “invasión” ya comentada. 
Caractacus, partidario del druidismo, encabeza una resistencia que encuentra su derrota, luego de varias breves victorias, cuando las legiones de Claudio cruzan sorpresivamente el Támesis.

Los celtas consideraban que las aguas de sus ríos eran un medio de comunicación con sus dioses, es posible que creyesen que estos dioses no permitirían que el enemigo las atravesase  con éxito.

Luego de este primer triunfo, los romanos se asientan en la ciudad de Camulodunum  (fortaleza de Camulus en celta, actual Colchester). 



En Camulodunum se presenta Claudio a tomar posesión efectiva de las tierras. Para hacerlo más impresionante y agradar a las tropas llega con varios elefantes de guerra.  Caractacus, sin embargo, había logrado escapar hacia el este (Gales) desde donde inicia una guerra de guerrillas. Se tardará un año más en apresarlo y conducirlo a Roma. Claudio, en un acto sin precedentes, perdona la vida del caudillo enemigo quien queda en Roma junto a su familia. 
Caractacus ante Claudio

No es misericordia sino política.  Roma sería para Caractacus una jaula de oro: su vida ajustaba los lazos de las diversas alianzas pactadas en Britania. Es así como el imperio comienza a adueñarse del centro y sur de la mayor de las islas británicas, pero tardará 40 años en pacificar definitivamente la regiónSegún los “Anales del Imperio” de Tácito, esta conquista había sido escrupulosamente planeada y en el año 80 estaba concluida


Tres siglos más tarde, año 325, el Emperador Cosntantino declara al cristianismo religión de estado, y allí comenzaría otro tipo de colonización (comienza en forma de orden imperial porque los monjes llevaban ya un buen tiempo predicando en Britania) con sus presiones, amenazas, persecuciones y crímenes.  Cien años después, cuando el Imperio Romano de Occidente se tambaleaba bajo su propio peso, Britania sería la primera provincia que intentaría retomar sus antiguas costumbres.

Emperador Constantino

Como toda cultura sojuzgada, la celta ha sido objeto de manipulación, acentuada y agravada por el hecho de que  desconfiaban de la escritura, de modo que casi todo lo que sabemos de ellos nos llega a través de la palabra de sus conquistadores. Las legiones romanas habían llegado para quedarse y con el paso de los siglos, los propios celtas, especialmente las clases altas deslumbradas por el lujo y la administración romana, se despreciaron a sí mismos y procuraron disfrazar u olvidar sus orígenes adquiriendo  las costumbres, la religión y hasta la lengua de quienes los dominaban.


Desde luego hubo, en el antedicho proceso de asimilación, quienes se resistieron. La mayoría de los antiguos reyes celtas que no resultaron muertos en batalla fueron “romanizados”, pero la mayoría no son todos y a esta minoría disidente le debemos sumar las personas de clase más humilde que, ellos sí la gran mayoría, se negaban a abandonar sus tradiciones.
Además, estaban los druidas.
    Fueron los druidas y sus pequeños grupos de fieles seguidores los que, culturalmente, resistieron. Hombres y mujeres por igual, puesto que la mujer en la sociedad celta anterior a  Roma gozaba de los mismos privilegios que los hombres; podía heredar tierras, elegir marido o hacerse guerrera. De hecho, su mitología da cuenta de excelentes guerreras, diosas entrenadoras, maestras de héroes. La historia así mismo atestigua casos como por ejemplo el de Boudica, (del protocelta “boudiko” victorioso)  jefa guerrera quien en el año 63 encabeza una rebelión que destruyó Camulodunum enfrentando a la Novena Legión. De ahí que la sede administrativa romana se trasladase a Londinium (Londres).

Boudica

 Boudica es finalmente derrotada pero en honor a ella y hasta que el pueblo celta, como tal, desapareció, muchas jefas guerreras a lo largo de diferentes siglos usaron su nombre. Aclararemos que las huestes de Boudica fueron derrotadas pero a ella nunca logró apresársele. Se supone que tras su fallido intento independentista decidió poner fin a su vida envenenándose. Esta guerrera tenía dos hijas que combatieron junto a ella, la historia tampoco posee información acerca del final de las mismas, se las cree muertas en batalla. Dicha rebelión comienza cuando un obtuso dignatario romano permite la flagelación de Boudica  frente a su pueblo más la violación de las hijas.

Estas dos rebeliones comentadas, la liderada por Caractacus y la de Boudica, fueron las más célebres aunque desde luego no las únicas. Durante los siguientes cuatro siglos el territorio britano fue objeto, al igual que el resto del imperio, tanto de los avances como de las mezquindades y disputas romanas. 




Cuando, a fines del siglo V, el Imperio Romano de Occidente finalmente “cae ante los bárbaros”, otra fuerza de dominación y poder se levantaba, una fuerza que moldearía el pensamiento occidental, y en consecuencia los hechos, durante los próximos 1000 años. Estamos hablando, desde luego, de la Iglesia Cristiana

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