Núcleos narrativos


LEYENDA
-De Geoffrey de Monmouth (siglo XII) a Sir Thomas Malory (siglo XV)

REALIDAD HISTÓRICA
-Walter, archidiácono de Oxford
-Richard Wagner, compositor: relación con la fuente artúrica
-Resistencia galesa
-Descreimiento de los historiadores de la época, total aceptación del público
- El Islam


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La fuerza del mito procede de su durabilidad. El hombre lo retiene entre sus tesoros heredables porque reconoce en él algo de mucha importancia: quizás la representación de una verdad que no logra percibir de otro modo

Pablo Gonz





El nacimiento “oficial” de la leyenda artúrica se produce con la publicación de la Historia de los Reyes de Britania escrita por Geoffrey de Monmouth en el siglo XII, entre los años 1130 - 1136, quien sumó a su trabajo el de innumerables escritores anteriores, innumerables puesto que la huella de muchos se ha perdido.





 Esta leyenda se entiende madura o consolidada  con el libro titulado La Muerte del Rey Arturo” cuyo autor fue Sir Thomas Malory en el siglo XV. Su editor, apellidado Caxton, en el prefacio que suma  a la obra en aquella  primera edición realizada en 1485, entre otras cosas declara lo siguiente:

“… muchos nobles y diversos gentilhombres de este reino de Inglaterra vinieron a demandarme, muchas y frecuentes veces, cómo era que no había hecho e impreso la noble historia del Santo Grial, y del más renombrado rey cristiano, primero y principal de los tres mejores cristianos y dignos, el rey Arturo, el cual debería ser recordado entre nosotros los ingleses antes que todos los otros reyes cristianos.
Pues es notoriamente sabido en el universal mundo que son nueve los dignos y mejores que ha habido nunca, que son, a saber, tres paganos, tres judíos y tres cristianos. En cuanto a los paganos, fueron antes de la Encarnación de Cristo, y se llamaban, el primero Héctor de Troya, cuya historia nos ha llegado en verso y en prosa; el segundo, Alejandro el Grande; y el tercero, Julio César, emperador de Roma, cuyas historias son bien conocidas y sabidas. En cuanto a los tres judíos, fueron también antes de la Encarnación de Nuestro Señor; de éstos el primero fue el duque Josué, que llevó a los hijos de Israel a la tierra de promisión, el segundo, David, rey de Jerusalén, y el tercero, Judas Macabeo; de estos tres la Biblia refiere todas sus nobles historias y hechos. Y desde la dicha Encarnación ha habido tres nobles cristianos admitidos y puestos en el universal mundo entre los nueve mejores y dignos, de los que fue primero el noble Arturo, cuyos nobles hechos tengo propósito de escribir en este presente libro que aquí sigue. El segundo fue Carlomagno, o Carlos el Grande, del que se tiene historia en muchos lugares en francés y en inglés; y el tercero y último fue Godofredo de Bouillon, de cuyos hechos y vida he hecho yo un libro para el excelente príncipe y rey de noble memoria, rey Eduardo IV.” *



El lector que no sea un aficionado al tema puede verse sorprendido con uno de los reyes antedichos: Godofredo de Bouillon. Se trata del primer rey coronado en Jerusalén cuando dicha ciudad es recuperada para el poder cristiano en la primera y exitosa “cruzada”. Antes Duque de Bouillon, caballero que marcha a la guerra aportando uno de los ejércitos mayores. Para financiar dicha gesta vende su castillo, extraordinaria fortificación de la época hoy destino turístico en tierra belga. Bouillon nunca regresa a Europa, muere poco después en tierra santa. 

Castillo Bouillon (Bélgica)

Este castillo ya existía en el s. X. Tres puentes levadizos defendían el acceso a la fortaleza. La escalera de Vauban es de una gran pureza de líneas. Se visitan la sala "primitiva", con muros enormes, y luego la sala Godofredo de Bouillon, excavada en la roca, en la que hay una cruz empotrada en el suelo. Desde la torre de Austria, las vistas de la fortaleza, del Semois, Bouillon y el viejo puente (norte) son magníficas. En temporada alta, espectáculo de rapaces y visita nocturna con antorchas. (Guía Michelín)

Lohengrin, el caballero del cisne personaje de ficción que corresponde al desarrollo artúrico en la  literatura alemana, era leído en su época como un relato histórico ya que se consideraba a Lohengrin pariente,  antecesor en línea directa, de  Bouillon. Inspirado en la novela de caballería de este “Caballero del Cisne” el notable compositor Richard Wagner compuso “Lohengrin” una de sus óperas más famosas.
(Para escuchar la ópera —subtitulado español—, sírvase pulsar en el siguiente enlace)


Este conjunto de 9 reyes eran denominados los “Nueve Notables” y fueron profusamente esculpidos, bordados y dibujados.

Monmouth, Gales

Como ya se ha dicho fue aquel monje galés (posiblemente nacido en una localidad llamada Monmouth, franja sudeste  de Gales) quien desarrolló su Historia de los Reyes de Britania por motivos políticos: exaltar el heroísmo del pueblo celta (lo que en términos modernos podríamos definir como patriotismo) y propiciar el advenimiento de un rey britano al trono, desalentando en el alma del pueblo una mansa aceptación de reyes extranjeros, tanto anglosajones como normandos. Durante los años oscuros Gales había resistido el dominio anglosajón y llegados los normandos al poder este monje no iba a permitir que esa rebeldía y ese amor que su pueblo sentía por el conocimiento del propio pasado se perdiera.
No escribió una obra literaria sino un tratado de historia. Deseaba que lo escrito fuese considerado realidad histórica.
Por aquel tiempo la literatura se hacía en verso puesto que se transmitía por vía oral y el recitado facilita la memorización. La historia de los reyes de Britania fue escrita en prosa, como correspondía a toda obra histórica, no literaria, y en latín, lengua que además de ser el idioma oficial de la iglesia católica a la que Geoffrey pertenecía, era la lengua culta de Europa, la única lengua en la que un registro histórico  serio podía ser escrito.
Al comenzar su monumental obra afirma que para su redacción se ha basado en un manuscrito escrito en britano que para su consulta le habría cedido “Walter”, archidiácono de Oxford, y que fue a petición de este Walter que él, Geoffrey, había traducido la antiquísima prosa al latín. 

Universidad de Oxford


Aunque el público le creyó a pie juntillas, los historiadores de la época pusieron en duda el hecho de que tal manuscrito existiese y la ausencia de copias del mismo estaría confirmando que La Historia fue una invención suya basada en escasas referencias circunstanciales. Sin embargo el archidiácono de Oxford, para esa época, en verdad se llamaba Walter y existen documentos de cuyo texto puede concluirse que los dos hombres se conocían. A Geoffrey lo encontramos en Oxford de 1129 a 1151, es muy posible que se desempeñara allí como docente en alguna de las escuelas que antecedieron a la universidad. Luego fue nombrado obispo en Gales. Muere en 1155,  a juzgar por las referencias sin haberse hecho cargo del nombramiento.

    En lo que a nuestro interés respecta, la existencia del “manuscrito redactado en britano”  es irrelevante, ya que creemos junto a Run Futthark que
… las leyendas sólo son un reflejo alterado de una realidad indiscutible, aunque distinta de la nuestra.**

Así mismo es de suma importancia recordar que para el momento en que Geoffrey toma la pluma para escribir su Historia, Europa recién comenzaba a renacer luego de los siglos de oscurantismo que siguieron la caída del Imperio Romano, siglos en los cuales el intelecto fue, o pretendió ser, amortajado. Y no era sólo de orden intelectual su problema. En oriente y  desde el siglo VII, una nueva religión había ido ganando almas primero y tierras después. Se trataba del imperio islamita que más rápido que lento se halló dueño de buena parte del territorio indio, mesopotámico, arábigo, turco, norafricano e hispánico. Sin embargo, y a pesar de las inevitables fricciones políticas y religiosas, algo bueno para occidente resultó de aquel avance: conocimiento. Los musulmanes no intentaron poner freno al ansia de su pueblo por saber, al contrario, por cada texto erudito hallado en otro idioma y traducido al árabe se ofrecía una recompensa. El drenaje de tal saber hacia el sojuzgado pueblo católico fue inevitable y a principios del siglo XII toda esa maravillosa ilustración se encontraba ya, para gente en la posición de Geoffrey, al alcance de su mano. Es por este motivo que los estudiosos afirman que el Renacimiento, al que formalmente le damos comienzo entre los siglos XV y XVI, es en el XII que inicia.    
  


       *Sir Thomas Malory, La muerte del Rey Aturo,
**Run Futthark. Historias Misteriosas de los Celtas. Ed. De Vecchi, 2005, pg 19
  


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